Marcel Dzama presenta su segunda exposición en la Galería
Helga de Alvear titulada A Trickster Made this World. La muestra se inaugurará
esta tarde (20h) y podrá visitarse hasta el de 4 de enero de 2014.
En esta ocasión, el artista suma a sus tradicionales dibujos
de tinta y lápiz, el pergamino de piano como soporte; además de esculturas de
cabezas de bufones realizadas con papel maché; marionetas de colores que flotan
en el aire; y su nuevo video Une Danse Des Bouffons, convirtiendo el espacio en
un escenario místico y fastuoso. El título de la exposición hace referencia al
famoso libro de Lewis Hyde, donde se da vida a la vertiente más lúdica y
perturbadora de la imaginación humana representada en la mitología como
encarnación del engaño.
Une Danse Des
Bouffons, estrenado en el tiff~Toronto International Film Festival, se presenta
en esta ocasión en forma de video-instalación, proyectándose junto a una serie
de marionetas que generan una peculiar atmósfera oscura y mágica. El video narra
una historia de amor dadaísta, inspirada por el cine expresionista en la que el
Étant Donnés de Marcel Duchamp vuelve a la vida. Una mosca se sienta entre la
audiencia; una cabeza explota y sus miembros se separan; una criatura con manto
negro y cuerpo híbrido genera una luz impactante; y una mujer - interpretada
por Kim de Sonic Youth Gordon - comunica a su amante que está atrapado en una
pantalla de televisión, a ritmo de la música de Arcade Fire. El conjunto de
motivos visuales a los que se evoca en el video como la muerte, el
renacimiento, el concepto de identidad, la figura de los falsos profetas, la
ilusión del amor, así como su fragilidad y la corrupción, se exponen a modo de
espiral de energía visual dentro del vertiginoso juego del ajedrez propuesto
por el artista.
Marcel Dzama nos
descubre un lugar siniestro y mágico, ocupado por cabezas de animales
teatralizadas, basadas en las figuras enmascaradas del vídeo, que captan
nuestra atención y nos arrastran a una mitología cargada de surrealismo y
fantasía. La exposición se
mueve entre las múltiples referencias a la iconografía del cine de David
Cronenberg junto a las ya clásicas reminiscencias de la obra de Dzama a los
grandes hitos del arte que van desde Duchamp a Picasso pasando por Beuys o
Orsler, consiguiendo una muestra donde lo macabro se descubre divertido.
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