lunes, 9 de septiembre de 2013

'Piel de gallina', de Regina José Galindo en CAAM


El Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) de Las Palmas de Gran Canaria presenta la exposición ‘Piel de gallina’, de la artista guatemalteca Regina José Galindo, que se podrá visitar hasta el 3 de noviembre en las salas de las plantas 0 y 1 de este centro de arte. ‘Piel de gallina’ es la primera retrospectiva en España y Europa de la creadora latinoamericana. Coproducida por Artium, TEA y el CAAM, la muestra está integrada por vídeos, fotografías y objetos que son el reflejo de las performances que ha realizado desde 1999, en las que la artista perturba y emociona al someter a su cuerpo a situaciones extremas como reflejo de una realidad social dominada por el abuso y la injusticia.

La comisaria de la exposición, Blanca de la Torre, destaca que las performances de esta artista “funcionan como potentes dispositivos agitadores, con un impacto innegable. Pero al mismo tiempo actúan como rituales personales, como pequeños homenajes hacia una colectividad víctima de una realidad social, de abusos o injusticias. Como ella misma dice, Regina utiliza el cuerpo como reflejo de otros cuerpos”.
En la obra de Regina José Galindo, -galardonada con el prestigioso León de Oro de la Bienal de Venecia de 2005-, no existe la pretensión de aleccionar al público que se enfrenta a su trabajo. Crea escenas cargadas de simbolismo que, desde su realidad local, la de Guatemala, componen metáforas del sufrimiento y la injusticia en un ámbito global. La emoción que despierta en el público, una alteración del ánimo, intensa, pasajera, agradable o penosa, va acompañada de cierta conmoción somática, que se llega a traducir en esa ‘piel de gallina’, lo que potencia su carga alegórica.
En palabras de Blanca de la Torre, “la piel de gallina es una manifestación humana por la que elmusculus erector pili, curiosamente también llamado «músculo horripilante», se contrae, erizándose el pelo. Este título nos remite a la literalidad de la emoción suscitada por las obras de la artista, pero también a la propia piel, a lo matérico y a lo humano de su trabajo”.
El recorrido de la exposición comienza en un ámbito que responde a la elocución o forma de expresarse, en el que la palabra se erige como protagonista, comenzando por ‘Lo voy a gritar al viento’, de 1999, cuando la artista se colgó de un puente de la ciudad de Guatemala para leer públicamente sus poemas. De aquí pasaremos a una serie de obras en las que su cuerpo se desdobla en una suerte de álter ego para ponerse en la piel del otro alterado.
Espacios como la Sala Roja nos adentran en la Regina más carnal, o más bien más descarnada. Aquí una serie de piezas nos acercan a diferentes métodos de tortura en uso en la actualidad.
El conjunto de piezas que muestran una reconstrucción ficticia en torno a la Bienal de Venecia, ponen en relación las obras que la artista ha presentado durante cuatro ediciones de la misma, y sacan a la luz las posibles contradicciones que la participación en este evento pueda conllevar. Como obra central que articula este apartado se muestra el León de Oro, una reproducción de este prestigioso premio que le fue otorgado a la artista, realizado con posterioridad en oro guatemalteco.
La última parte de la exposición se centra en el concepto de transmisión, en depositar parte de la acción en ‘el otro’, ese ‘otro’ como agente activo, bien como vehículo sobre el que recae directamente la acción, como un personaje más de la trama –entendiendo trama como acción artística–, o como agente sin el cual dicha acción permanecería totalmente desactivada. La exposición se concibe así como un viaje de la palabra a través del cuerpo, un viaje que se articula a lo largo de dos pisos, despertando el musculus erector pili en el público.

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