jueves, 25 de septiembre de 2014

After a Hippie Jump

Vista de la instalación, Galería L21
La exposición After a Hippie Jump, de Ian Waelder en la galería L21, es un proyecto que gira en torno a su experiencia con el monopatín, su perseverancia al intentar realizar trucos cayéndose muchas veces, así como a la voluntad de levantarse y seguir.

Frente a un monopatín lo más sencillo sería no subirse. Sin embargo, algunos eligen empezar a patinar, sustituir los pies por las ruedas, cambiar la perspectiva del entorno que habitan y acelerar el movimiento. Una vez que se desafía el equilibrio, la gravedad y el orden del paseo urbano, no hay vuelta atrás, sólo queda la posibilidad de proseguir, avanzar hacia una mayor naturalidad del gesto, una estabilidad más afianzada en la carrera y probar nuevos trucos. Crece también la ambición de no repetir fórmulas aprendidas e interiorizadas. Surge una irresistible necesidad de continuar y mejorarse, alterando las leyes comunes del movimiento en la ciudad y seguir intentándolo para hacerlo siempre un poco mejor. Equivocarse todas las veces que sea necesario, aprender y volver a empezar. Murmurar entre dientes, “si me caigo cinco veces, me levanto seis”.

Una lija, una herramienta que permite que la tabla se mantenga unida a los pies del skater, se asoma en una esquina del techo. Un pliegue y una ausencia que indican un periodo de aprendizaje. Por otro lado, la escultura del suelo, apoyada sobre ladrillos blancos, apunta un deseo de ir más allá: un afán de superación indómito. Superar el tubo de cartón con un hippie jump. Seguir patinando implica incrementar la dificultad para superar sus límites.

Un hippie jump consiste en saltar un obstáculo, mientras que el monopatín prosigue debajo de él para aterrizar con los pies sobre la tabla y continuar el camino. Un tubo de cartón golpeado preside el espacio y activa la dialéctica de toda la exposición. El término after señala que algo ha ocurrido; la escultura conserva marcas aleatorias surgidas por su permanecía en la calle y luego en el estudio del artista. No se trata sólo de comenzar, sino de ir subiendo el listón reconociendo las huellas dejadas por las experiencias anteriores. El aprendizaje artístico funciona de la misma manera: intentar, fracasar y volver a empezar. Lo que importa es lo que viene después.

Mirar, pensar y mucho hacer. Sobre un corcho irregular vemos una pared dura, de ladrillos afilados. Una superficie testigo de experiencias extremadamente frágiles y hasta dolorosas. ¿Habrá que superar inclusive este límite? ¿Imaginar lo que esta pared oculta bajo su aparente tosquedad? Cuando alguien patina diariamente observa su entorno de una forma distinta, descifrando si lo que encuentra a su paso puede servirle para emprender una nueva acrobacia.

Ian Waelder se empreña de la historia de los materiales que emplea casi adhiriéndose a ellos; trabaja la imagen fotográfica tanto desde el documento como desde el soporte. Su práctica interroga la cultura suburbana desde su memoria. El artista experimenta y colecciona experiencias. Con After a Hippie Jump pretende sobreponerse a las dificultades y estar tranquilo, esperando cosechar una fragilidad a punto de desvanecerse.

Ian Waelder. After a Hippie Jump.
Galería L21 Madrid.
Del 11 de septiembre al 8 de noviembre de 2014

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