jueves, 27 de julio de 2017

Allan Kaprow. Comfort Zones en el CA2M

En junio de 1975, hace exactamente 42 años, Allan Kaprow realizó el happening Comfort Zones en la Galería Vandrés de Madrid. El acto consistió en ocho protocolos para parejas, mostrados en un momento en el que la expresión de la intimidad todavía permanecía coartada por un régimen autoritario.

La muestra que presenta el CA2M rescata este capítulo fundamental de la historia de las galerías madrileñas, que contribuyó a la normalización de la innovación en el campo del arte contemporáneo. La exposición reconstruye, a partir de esta anécdota aparentemente menor, la historia del riesgo y la sincronización internacional del mercado del arte español, en un tiempo sociopolítico convulso marcado por el ocaso del régimen franquista.

En Madrid, la Galería Vandrés −dirigida por Fernando Vijande, Gloria Kirby y Marisa Torrente− era uno de los lugares de encuentro de artistas, poetas, músicos, coleccionistas y empresarios del momento. Otras galerías de arte como Buades, Egam, Edurne y Sen, a las que habían inspirado las más veteranas Juana Mordó, Biosca y Theo, jugaron en los años setenta y luego en los ochenta, un papel fundamental a la hora de abrir la cultura a nuevas disciplinas y formatos. Era una década de experimentación y las tendencias creativas pasaban por una reformulación en sus conceptos. Pero la Galería Vandrés destacaba por su capacidad de generar atención: en 1973, la policía había clausurado en esta sala la exposición homenaje a Picasso La Paloma, en la que Alfredo Alcaín exponía un maniquí desnudo; la muestra se volvió a abrir a los pocos días, después de que al maniquí se le pusieran unas bragas.

Fernando Vijande −primero desde Vandrés y luego desde su galería homónima, donde organizaría la mítica exposición de Andy Warhol en 1983− asumió la interdisciplinariedad característica de esos años con un perfil internacional. En España, las disciplinas performativas se fraguaron alrededor del grupo ZAJ y de artistas vinculados al Centro de Cálculo, como Yturralde o Alexanco. En esa tradición incipiente, Vijande organizó en Vandrés performances de Charlotte Moorman o Michael Buthe, junto con muestras de sus artistas nacionales.

En 1975, Vijande invitó a Allan Kaprow a desarrollar un happening para la galería. De esa propuesta nace Comfort Zones, que se realizó los días 10 y 11 del mes de junio. El título alude a las burbujas espaciales e invisibles que creamos inconscientemente alrededor de nuestro cuerpo en relación a los otros, y a la posición que este establece a la hora de delimitar las fronteras de nuestras zonas de confort.

Aunque fueron siete parejas las que interpretaron el happening, la película Comfort Zones, transferida a formato digital, solo retrata la actividad llevada a cabo por dos performers: los componentes del grupo Body, Mario Costas y Esther Llorden, un colectivo de performance habitual de la Galería Vandrés, en el que también participaba como miembro activo el hoy comisario y crítico de arte contemporáneo Mariano Navarro, que en esa ocasión actuó como asistente de cámara del fotógrafo que filmó la película, David Seaton, pintor y también colaborador habitual de la galería.

En Comfort Zones los factores temporal y espacial jugaban un papel determinante en la acción: la palabra clave now (ahora), pronunciada alternativamente por cada uno de los miembros de la pareja en distintas situaciones y escenarios, establecía el momento donde cada uno alcanzaba esa zona de confort.

El material de archivo de la época articula la exposición que ahora podemos ver en el CA2M: algunas proyecciones y audios, los activity booklets (cuadernos de actividad) reunidos en aquella muestra y la maqueta original e inédita del cuaderno que acompañó a Comfort Zones, con las indicaciones del artista y sus fotografías originales –reeditado en facsímil para esta ocasión-.

A este material se añaden algunos activity booklets presentes en el archivo de la Galería Vandrés: libros de instrucciones con los que acompañaban sus happenings los performers, siempre en la idea que empieza a arraigar en los años setenta –con figuras como Joseph Beuys− de que el artista se disuelve en el público. Entre ellos: Rates of Exchange (Índices de intercambio), realizado en 1975 en Nueva York, que muestra otra cara del estudio de las relaciones de pareja, la del ámbito privado, a través de una conversación coreografiada por medio de un magnetófono; Match, que versa sobre el tiempo, en un juego de palabras entre los dos significados de su título en inglés: cerilla y pareja; Air Condition (1975), que tiene la particularidad de ser una de las pocas piezas de Kaprow concebida para un solo individuo (en su cuaderno de actividad puede leerse: «Tratar el cuerpo como el escenario de los fenómenos físicos es realmente un modo de percibirse a uno mismo»); o Routine, en la que observamos uno de los temas recurrentes en su obra: «…la gente se dedica a mirarse a sí misma en el espejo de los otros». También aquí hace una reflexión sobre el papel que juega la fotografía en su obra: «Las fotos no son un documento de la acción. La convierten en ficción. Fueron hechas y montadas para ilustrar un marco de movimientos sobre el que se puede basar una acción o conjunto de acciones». Es decir, son también instrucciones, lo que está muy ligado a su concepto de reinvención, término con el que designa las repeticiones de sus happenings.

La exposición se completa con un cuaderno de actividad posterior a la muestra, Maneuvers (1976) –donde hace un guiño a la pintura al citar a Baudelaire cuando escribe sobre su amigo Delacroix– y con un documento fundamental: Days Off. A Calendar of Happenings (Días libres. Un calendario de acontecimientos) de 1970; un calendario que documenta diferentes acciones realizadas sin motivo aparente, llevadas a cabo durante ese año, y en las que participan los amigos artistas y estudiantes de arte de Kaprow, como el luego actor, realizador y coleccionista de arte Dennis Hopper.

Todos estos materiales constituyen la base de trabajo para una serie de reinvenciones del happening que serán interpretadas en presente a lo largo del último mes de la muestra. Para la realización de esta exposición se ha contado con la generosa colaboración del Archivo Vandrés, The Allan Kaprow Estate y la Galería Hauser & Wirth.

Allan Kaprow (Atlantic City, New Jersey, 1927 − Encinitas, California, 2006) estudió arte con Hans Hoffman en Nueva York y se unió como oyente a las clases de música de John Cage en la New York School for Social Research. Pionero a principios de los sesenta del Live Art, describía sus prácticas performáticas como una representación espacial de su actitud hacia la pintura. Kaprow buscó incrementar la responsabilidad del público en el proceso artístico a través del azar y la casualidad, y utilizó la palabra happening para referirse a algo que simplemente ocurre casi sin intención: «Something that happens to happen» (algo que resulta que ocurre). El término lo utilizó por primera vez en su actividad 18 happenings en 6 partes, desarrollado en la Reuben Gallery de Nueva York en otoño de 1959.

Kaprow fue un gran agitador de la escena neoyorquina de los años sesenta y setenta y, a la vez que desarrolló su carrera como artista, contribuyó de una manera importante a la enseñanza y al estudio del arte desde su cargos de profesor asociado de los departamentos de Bellas Artes de la Rutgers University de New Jersey, la State University of New York, el California Institute of the Arts y la Universidad de California. Entre sus conferencias destaca How to Make a Happening, editada en vinilo LP en 1966 por Mass Art Inc., que se exhibe en el CA2M en su versión sonora recitada por el propio artista.

ALLAN KAPROW. COMFORT ZONES. JUNIO 1975
Del 30 de junio al 15 de octubre de 2017
Centro de Arte Dos de Mayo Comunidad de Madrid.
Comisarios: Elena Fernández Manrique y Manuel Segade

Danielle van Zadelhoff en el CAC Málaga

El Centro de Arte Contemporáneo de Málaga muestra Relatos del alma hasta 15 de octubre. La exposición reune cincuenta y cinco fotografías de Danielle van Zadelhoff que revelan la extrema sensibilidad que la caracteriza en su primera exposición en España, donde puede apreciarse sus fotografías existencialistas y de temática religiosa. Influenciada por los pintores del Renacimiento y el Barroco como Rembrandt, Caravaggio o Murillo, van Zadelhoff se centra en el claroscuro, el contraste entre la luz y la sombra. La artista emergente holandesa cuida cada detalle mostrando la luz que incide en los cuerpos y las miradas que retrata, consiguiendo que los personajes de sus obras miren en lo más profundo del espectador, descubriendo lo que parecen sus propias almas, pero que, en realidad, se trata del alma reflejada como en un espejo de la fotógrafa.

El trabajo de la artista neerlandesa se basa en el existencialismo de Sartre, Simone De Beauvoir o Willem Frederik Hermans, todos ellos, autores que la artista ha estudiado y leído. Cree firmemente, que cada persona es única, responsable de sus propios actos y del sentido personal que le da a su vida.

Los retratos de Danielle van Zadelhoff están marcados por la inspiración y el misticismo. Recuerdan a los retratos flamencos al óleo del s. XVII. El gran entendimiento del dilema de la humanidad es capturado por las cámaras y presentado por la fotógrafa. Danielle quiere mostrar las emociones de los humanos. Para ella, el arte es algo tan habitual y normal como el respirar, algo que puede parecer simple a primera instancia, pero que realmente si reparamos en todo lo necesario para respirar, además del aire, los músculos y órganos que toman parte, caemos en la cuenta en que es un hecho nada sencillo. Su fotografía es sencilla y compleja a la vez, y sus modelos no usan apenas maquillaje ni ella utiliza Photoshop para el retoque de los mismos.

Danielle retrata su personalidad, su forma de ser, sus preocupaciones y sus obsesiones. Su trabajo tiene una cualidad autobiográfica verdaderamente excepcional, tienen mucha importancia tanto el modelo como la idea de un autorretrato a través de un modelo distinto al autor. Prepara los vestidos y los peinados con la pretensión de distanciar el momento temporal del retratado. Trabaja de una manera muy instintiva, se fija en una persona que le dé buena sensación y después, intenta captar su espíritu.

Relatos del alma se divide principalmente en fotografías de temática religiosa, por un lado, y de sentimientos por otro. Pero, las fotografías de temática religiosa no solo representan personajes bíblicos, sino que Danielle retrata los sentimientos de los mismos. Admite que su trabajo está influenciado claramente por la religión, y es que ella estudió en un colegio protestante y pasaba mucho tiempo con su abuela, de religión católica.

Sus personajes nos exponen, bien con sus gestos o sus posturas, las diferentes emociones que la fotógrafa ha querido retratar. El rostro humano es capaz de expresar una inmensa gama de emociones y sentimientos mediante diminutas acciones musculares, la mayoría de las cuales son involuntarias y corresponden a emociones efímeras. Hasta las emociones extremas de júbilo, ira o dolor, se expresan espontáneamente, y es muy difícil fingirlas de modo convincente. Los pintores académicos del s. XIX habían aprendido a observar los efectos de la luz sobre rostros vaciados en yeso, por lo que era habitual entre ellos pintar los modelos vivos partiendo de ideas preconcebidas sobre la luz. Quizá en muchos casos el convencionalismo pictórico pasará desapercibido, pero cuando el artista intentaba un retrato al exterior aparecían a menudo discrepancias entre las convenciones de la iluminación de la cara y el efecto aparentemente natural de la luz sobre el paisaje. La percepción del rostro humano en la vida diaria implica a menudo muchas fuentes de luz simultáneas. De igual modo, el retratista puede enfrentarse a un motivo iluminado desde múltiples puntos. Ello producirá una plétora de sombras proyectadas y tal vez complique la representación de los volúmenes en determinados rostros.

Para Danielle, el huevo es el origen de la vida. En Fragility, 2016, la primera foto de una serie, la modelo está tratando de proteger el huevo, y en la segunda fotografía está tomando distancia de él. Por fin, la tercera imagen muestra que el huevo está roto. De esta manera, Danielle, quiere mostrar que en este mundo no se puede proteger nada, no se puede evitar que sucedan las cosas, como es inevitable perder a los seres queridos. Todos necesitamos aprender el difícil arte de dejar ir las cosas.

Para Danielle, el uso del retrato y la escena es una disculpa para explorarse a sí misma, para filtrar sus opiniones y sus dudas, sus deseos y sus aspiraciones, lo que hace que sea la misma artista quien se autorretrate en cada una de esas escenas. Recuerda vagamente al transformismo de Cindy Sherman que se convierte en su propio alter ego, a la manera duchampiana de Rrose Sélavy. El origen de su teoría artística se acerca más al de la artista Louise Bourgeois que impregna con sus preocupaciones, inquietudes, ideas, sentimientos y deseos cada una de sus esculturas. De ahí que la temática principal de Relatos del alma sea la mujer, mujeres del pasado, y las preocupaciones de la mujer del presente, de la propia artista. 

Danielle van Zadelhoff nace en 1963 en Amsterdam, Países Bajos. Ha realizado exposiciones individuales en Persmuseum, Amsterdam, Países Bajos en 2014; “From deep within” en Fotogalerie Utrecht , Países Bajos en 2014; “From deep within” NUNC Contemporary Antwerpen, Bélgica en 2015 o Memling museum St Janshospitaal, Brujas, Bélgica en 2016. También ha participado en exposiciones y proyectos de manera grupal en London design museum UK “Fear and Love Reactions to a complex world” en 2016 y próximamente en CRAF Udine Italy Woman and photography, Údine, Italia en septiembre de 2017.