
La comisaria de la exposición, Blanca de la Torre, destaca
que las performances de esta artista “funcionan como potentes dispositivos
agitadores, con un impacto innegable. Pero al mismo tiempo actúan como rituales
personales, como pequeños homenajes hacia una colectividad víctima de una
realidad social, de abusos o injusticias. Como ella misma dice, Regina utiliza
el cuerpo como reflejo de otros cuerpos”.
En la obra de Regina José Galindo, -galardonada con el
prestigioso León de Oro de la Bienal de Venecia de 2005-, no existe la
pretensión de aleccionar al público que se enfrenta a su trabajo. Crea escenas
cargadas de simbolismo que, desde su realidad local, la de Guatemala, componen
metáforas del sufrimiento y la injusticia en un ámbito global. La emoción que
despierta en el público, una alteración del ánimo, intensa, pasajera, agradable
o penosa, va acompañada de cierta conmoción somática, que se llega a traducir
en esa ‘piel de gallina’, lo que potencia su carga alegórica.
En palabras de Blanca de la Torre, “la piel de gallina es
una manifestación humana por la que elmusculus erector pili, curiosamente
también llamado «músculo horripilante», se contrae, erizándose el pelo. Este
título nos remite a la literalidad de la emoción suscitada por las obras de la
artista, pero también a la propia piel, a lo matérico y a lo humano de su
trabajo”.

Espacios como la Sala Roja nos adentran en la Regina más
carnal, o más bien más descarnada. Aquí una serie de piezas nos acercan a
diferentes métodos de tortura en uso en la actualidad.
El conjunto de piezas que muestran una reconstrucción
ficticia en torno a la Bienal de Venecia, ponen en relación las obras que la
artista ha presentado durante cuatro ediciones de la misma, y sacan a la luz
las posibles contradicciones que la participación en este evento pueda
conllevar. Como obra central que articula este apartado se muestra el León de
Oro, una reproducción de este prestigioso premio que le fue otorgado a la
artista, realizado con posterioridad en oro guatemalteco.
La última parte de la exposición se centra en el concepto de
transmisión, en depositar parte de la acción en ‘el otro’, ese ‘otro’ como
agente activo, bien como vehículo sobre el que recae directamente la acción,
como un personaje más de la trama –entendiendo trama como acción artística–, o
como agente sin el cual dicha acción permanecería totalmente desactivada. La
exposición se concibe así como un viaje de la palabra a través del cuerpo, un
viaje que se articula a lo largo de dos pisos, despertando el musculus erector
pili en el público.
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